jueves, 11 de abril de 2013

ENTREVISTA en RICK'S CAFÉ


El Rick´s Café se vuelve a citar con el escritor Vicente Muñoz Álvarez por la reedición de sus relatos Marginales, Excodra Editorial. En este tiempo donde las mediocridades produjeron cosechas, también en el mundo de las ediciones, es bueno recuperar obras como esta que merecen la pena. En esta nueva versión, los textos se completan con ilustraciones vigorosas de Mik Baro. La mirada y sensibilidad de ambos artistas se centran en sus mundos y circunstancias, deteniéndose en las personas convertidas en personajes que tienen una vida diferente.

Vicente se detiene a analizar a la Ciencia y a los científicos de nuestro tiempo que viven subyugados a los fines de la productividad, olvidando que su gran premisa es servir a las personas, y que éstas a cambio sepan agradecer esa ayuda y aporten recursos. En esto nos recuerda a Ortega y a Marías, y a los planteamientos que pensadores como Silverio o Muñoz nos vienen haciendo. Esa realidad es otra lacra de nuestro tiempo a superar. 

Reivindica la recuperación de los pueblos rurales cuyas valiosas formas de vida y cultura se dejaron morir en los años sesenta seducidos por el desarrollismo que vemos a donde nos ha llevado. 

Contra esa pobreza de miras y actuaciones renace Marginales.

En la introducción, nos revelas el cambio de sensibilidad que has experimentado desde que lo escribiste y publicaste por vez primera, coincidiendo con un certamen de relatos de Castilla y León. ¿Cómo ha sido esa evolución de tu escritura y sensibilidad?

Literariamente, hacia una línea más realista y autobiográfica, que es la que caracteriza la mayor parte de mi bibliografía y la que actualmente más me interesa. Personalmente, hacia una mayor comprensión del mundo que me rodea en general y del ser humano en particular. Todo lo cual ha hecho que la versión actual de este libro, reescrito para la ocasión, sea menos adjetivada y barroca que la original y, tal vez (o eso he pretendido), más concisa y psicoanalítica.

¿Qué males padece el mundo editorial que esta obra y otras de otros autores tienen que padecer todo un peregrinaje de ediciones diferentes? Para ti, ¿qué actos básicos habría que tomar de manera ineludible para superar esas lacras?

El principal, la escasa distribución de las pequeñas editoriales, que impiden a los autores que publican en ellas llegar a su público. Este libro en concreto, Marginales, ha conocido siempre ediciones pequeñas y de muy escasa distribución, de ahí que haya decidido publicarlo recientemente en formato digital, para intentar ampliar un poco su difusión y darle la oportunidad que merece.

Superar esas lacras es realmente complicado para estas editoriales independientes (a las grandes es prácticamente imposible acceder), porque carecen de medios para llegar al gran público, las distribuidoras no mueven sus libros y les imponen condiciones inviables, que normalmente las llevan al cierre. Todo ello está cambiando afortunadamente con los nuevos formatos digitales, pudiendo llegar los libros a un grupo de lectores mucho más amplio.

¿Cuáles son las fatuas pretensiones de la Ciencia?

Me refiero con esa expresión al carácter exclusivamente materialista de la ciencia en la actualidad, que ha prescindido de lo místico, de lo espiritual y de lo emotivo, cosificando al individuo y llevándole a la alienación. Marginales es, en cierto modo, un alegato contra el progreso y una reivindicación de la espiritualidad como fuente de inspiración, no sólo literaria, sino sociocultural.

¿Cómo son esos pueblos que se han quedado marginados porque la mayoría de la gente renunció a darles vida y seguir la vida que les propuso el desarrollismo?

Me crié, durante los veranos de mi infancia, en un camping cerca en un pueblo abandonado, Mirantes de Luna, cubierto, junto a otros muchos, por las aguas de un pantano en los años 60. La imagen de este y otros pueblos sumergidos, cuando el nivel del embalse descendía, era algo sumamente desolador: calles y casas derruidas, pastos y huertas baldíos, tierras yermas, iglesias en ruinas... Todo ello sumamente evocador para una mente inquieta como la mía y en gran parte fuente de inspiración para este libro.

El relato El necrófilo, me hace recordar a tu poemario Animales perdidos. Es como si en esta narración breve estuvieras sintetizando las dos primeras partes de aquel libro de poesía: el infierno y el purgatorio.

Sí, en parte es así. Y lo curioso es que entre ambos libros hay más de quince años de distancia... Pero este libro, Marginales, el primero que publiqué, y ese relato en concreto, son de algún modo el germen de todo cuanto he escrito después. En él están ya las constantes de toda mi obra: el amor y el desamor, la crueldad y la ternura, la angustia y la iluminación…

¿Qué vivencias lleva a una persona a ser un coprófago? -Para nuestros lectores, decirles que el coprófago es aquella persona que ingiere excrementos.-

La verdad es que no lo sé... Escribí ese texto, como muchos otros de este libro, casi en trance, situándome en la piel de los personajes que describe, todos sometidos a situaciones límite, y ese relato en concreto, como el resto, está cargado de simbolismo, es una metáfora de la soledad e introversión a la que las sociedades  capitalistas condenan al individuo, llevándole a la alienación, el extrañamiento y el caos.

Puede ser el relato El reincidente, ¿un retrato de cualquier ciudad tras una guerra? O, incluso, ¿el cuadro de una urbe asolada por los propagandistas que han liderado las sociedades de compartimentos estancos?

Podría serlo, efectivamente. Aunque la intención de ese texto en concreto era más bien la de describir en clave cifrada la sensación de impotencia de un adicto al reincidir, cómo se siente después de su dosis, de qué color ve el mundo el día después… Lo bueno, como siempre, es que cada lector, afortunadamente, interpreta lo que está escrito de diferentes maneras, y con esa baza juega bastante este libro.

¿Se ha convertido la mayor parte del mundo en la ciudad Yillmora, en la que prevalecen los principios del mercantilismo sin escrúpulos?

Lamentablemente, sí. El mundo entero está mediatizado en la actualidad por la economía y el mercantilismo, y ello ha hecho que nos alejemos cada vez más de nuestra esencia, el ying y el yang, el uróboros de los alquimistas, convirtiéndonos en nuestro propio y principal enemigo.

El alcohol, mal recurso para superar los problemas de la vida, según dejas entrever en tu relato El borracho.

Obviamente sí, como cualquier otra adicción: hace olvidar los problemas momentáneamente, para agravarlos más a continuación… Aunque a nivel literario, su estigma ha dejado impagables obras, Bajo el Volcán, de Malcolm Lowry, por citar la primera que me viene a la cabeza.

La víctima, el miedo de las personas de nuestro tiempo a envejecer. Se muestra la ancianidad como una pesadilla. Los hermanos Cohen en su película No es país para viejos, denunciaban esa realidad. El filósofo Eugenio Silverio denuncia que España No es país para jóvenes. ¿Qué propones frente a las correcciones falsas y las hipocresías que actúan con injusticias hacia los ancianos y hacia los adultos? Así unos podrán vivir dignamente su última etapa. Y otros ganarse la vida con ilusiones cotidianas reales.

Efectivamente, ese texto, La víctima, habla del pánico de los individuos a la vejez y de cómo ésta, como una espada de Damocles, nos persigue durante toda la vida... Los ancianos, en cambio, eran venerados en otro tiempo y en otras culturas, mientras que en la actualidad han sido estigmatizados y considerados inútiles e inservibles. Creo que todos deberíamos concienciarnos de que eso es una crueldad y una injusticia y valorar la experiencia y el esfuerzo de nuestros mayores.

En El opiómano, ¿consume droga? ¿O la droga es un mal de amor? ¿O ambos? Planteo estas tres preguntas tras interpretar su lectura y la excelente ilustración a tinta de Mik Baro.

Sí, consume literalmente droga. En realidad la droga, el opio en este caso, está presente en la mayor parte de los relatos del libro, quise rendir un homenaje a la literatura sobre visionarios del siglo XIX, De Quincey, Baudelaire, Huysmans, etc., opio, absenta, ajenjo, hachís... De ahí, en parte, el tono onírico y psicodélico de la prosa del libro.

La imagen del relato La Nereida es impactante. Una ninfa marina rapta al niño lactante del regazo de su madre ante la impotencia del padre. ¿Qué alegoría encierra ese relato? Da que pensar, como si el mar se hubiera tragado a un bebé que murió ahogado.

Según cuentan las leyendas, las nereidas, incapacitadas para procrear, robaban niños y llevaban a la perdición a los hombres, arrastrándoles mar adentro. Es lo que quise reflejar en ese relato. La alegoría podría ser, en este caso, la ansiedad del ser humano por lograr lo que no está a su alcance, impidiéndole vivir plenamente el presente.

En El Elfo, tratas la mitología y manera de proceder de las meigas, muy característica de la cultura leonesa y gallega, entre otras. ¿Qué te impresiona de la manera de actuar de esas meigas que sanan a personas? Cuéntanos algún otro caso real que hayas vivido o bien que alguien cercano te haya comentado desde la veracidad.

En mi tierra, León, sobre todo en las zonas de montaña colindantes con Galicia y Asturias, las meigas y sanadoras o curanderas forman parte de nuestra cultura popular, aún siguen existiendo en la actualidad y son muchas las personas que solicitan sus servicios, tanto de tipo médico como emocional. Conozco más de un caso de gente que sigue confiando en ellas. En ello me inspiré para escribir ese relato y algunos otros del libro.

¿Qué te impresiona de los místicos?

Su capacidad para renunciar al mundo y evadirse del presente, buscando una realidad a parte, que diría Castaneda (que, por cierto, tiene mucho que ver también en este libro).

Ser consciente implica vivir amando, supone ser creyente, coméntalo.

Implica, ante todo, parar la mente, su espejismo, y vivir exclusivamente el presente. Por estar pendiente del pasado y del futuro, de lo que hicimos y haremos, se nos escapa el momento presente y vivimos, como afirma el tantra, dormidos. Vivir amando y ser creyente son dos consecuencias lógicas de todo ello.

El disidente, parece una oda a la búsqueda de uno mismo y a evitar el encasillamiento en compartimentos estancos.

Exactamente. Eso es lo que quise reflejar en ese relato, uno de los que mejor me refleja. Ser siempre uno mismo, frente a la mansedumbre y la alienación, con todo lo bueno y lo malo que ello implica, y no dejarse adormecer por la cadencia de otras voces.

A través de tus relatos viajas por varias culturas espirituales y religiosas. Aparecen el yogui, el asceta… ¿Qué diálogo generan dentro de ti?

Como ya he señalado, este libro es un homenaje a lo místico y lo espiritual como fuente de inspiración poética y una vuelta al origen y la esencia del ser humano. De ahí estos personajes, renunciantes que intentan abandonar la sociedad y el progreso buscándose a sí mismos en soledad.

Cómo fue el proceso de encontraros Mik Baro y tú. ¿Y qué está suponiendo trabajar juntos?

Mik y yo hemos trabajado juntos desde hace tiempo, más de una década, en el fanzine que edito, Vinalia Trippers, relatos para adultos. Desde el comienzo, en 1996, él ha ilustrado textos en la revista y realizado varias portadas, es un colaborador fijo en la editorial. Por eso le propuse ilustrar este libro, sabía que para él supondría un reto y trabajar con él ha sido realmente magnífico.

Los trazos de sus ilustraciones son limpios, cargados de fuerza, combinando líneas rectas, curvas, diagonales, espirales, que ayudan a impulsar el sentido de tus textos.

Efectivamente, los relatos mejoran ostensiblemente con sus ilustraciones, se enriquecen y llenan de nuevos matices en los que a veces yo ni siquiera había reparado. Para un escritor, ver sus textos ilustrados es siempre una grata y sorprendente experiencia. Más en este libro, que cuenta con cincuenta ilustraciones, una por cada relato.

Sobre qué te gustaría hablar que no hayamos hablado.

Volver a señalar, porque es importante, que Marginales, a diferencia de otras obras mías, es un libro de ficción pura (aunque no dejo de verme reflejado en sus personajes), un homenaje a la literatura gótica y simbolista y a escritores como J. K. Huysmans, H. P. Lovecraft, Baudelaire, De Quincey, Ramos Sucre, Nerval, Arthur Machen, Oscar Wilde, etc, determinantes todos ellos en su día para mi formación como escritor y persona. Era una deuda que tenía pendiente con mis maestros de juventud y a ellos dirijo este homenaje. Posteriormente, la mayor parte de mi obra, como antes señalé, se ha decantado por otros derroteros, pero alimentándose siempre de estas primeras lecturas.


Manuel Carmona, en Rick's Café.


Ebook en Excodra Editorial


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