miércoles, 20 de marzo de 2013

ANIMALES PERDIDOS EN SENTIDO FIGURADO


Autor: Vicente Muñoz Álvarez. 
Título: Animales perdidos
Editorial: Baile del Sol 
Año: 2012 

Debo reconocer que mi afición por la lectura de poesía contemporánea ha seguido el curso de un caótico río donde hubo un tiempo en que yo también fui un animal perdido. Tal y como suele suceder con las relaciones humanas, mi Ser-Lector, de repente empezó a sentirse contaminado, cansado, viejo, víctima de sí mismo..., en definitiva: dejó de sentir el fuego de la poesía... 

Y de esta experiencia personal podríamos sacar el infeliz final de un cuento, de no haber sido porque cada vez que leo a Vicente Muñoz me doy cuenta de que la proyección metafórica de la vida como camino no es sino una línea recta, la avenida principal de una gran ciudad, con sus vistosas formas, sus luces, su color, su aroma a café, sus alcantarillas llenas de ratas y todo eso que nos hace luchar por lo que consideramos mejor para nosotros y para las personas que nos rodean. He aquí el espíritu con el que este autor aborda el drama humano partiendo de la experiencia propia. 

Una de las cosas que más valoro de este autor, y de este poemario en concreto, es su inestimable sagacidad a la hora de escapar de lo que, a primera vista, tiene todos los ingredientes necesarios para convertirse una lectura enfermiza y colmada de ansiolíticos y antidepresivos, cosa que, en estos tiempos que corren, no puede deparar nada bueno. 

Llegados a este punto debemos estar preparados para este nuevo lance como insaciables lectores de poesía. Y como ocurre en cualquier viaje que se precie de serlo, ahora deberíamos tener en cuenta el trayecto, la distancia entre un punto de partida y el lugar donde queremos estar. Pues bien, en nuestro viaje nos enfrentamos a tres niveles, tres esclusas, las cuales coinciden con los tres estados anímicos que recorrerán al autor en la constante búsqueda de la felicidad: Infierno, Purgatorio y Cielo

En el nivel del Infierno, situados ante el título del primer poema, ya tenemos las claves para afrontar esta lectura: Animales perdidos. El autor leonés es consciente de la capacidad humana para arropar sus instintos en los momentos de más dicha, así como la necesidad de que esos instintos animales afloren en los momentos más difíciles, justo cuando la supervivencia aparece como un trazo exiguo en el mapa de los sueños. De este modo, el poeta apelará a lo esencial, a lo desnudo, a lo desposeído y primigenio como material de cimentación para una nueva vida. Desde el balcón de una ruptura sentimental, con cuarenta años, el sujeto poético se enfrentará, nuevamente, a la acritud de un mundo vacío: No eran buenos tiempos:/nada me satisfacía llenaba/ todo me estremecía/todo me hacía llorar. Y, sin embargo, siguiendo en este mismo poema, queda claro que no está dispuesto a darse por vencido: Y me gustara o no,/ tarde o temprano,/ también solo debería reanudar el camino. La vida es considerada un juguete roto, pero eso no es nada nuevo porque ¿Qué no habremos visto/ o reído o escuchado que estremezca nuestra experiencia. 

Aún así, el autor siente como su animal se descontextualiza ante la pérdida (Tú has nacido en otro siglo) de una referencia contemporánea; es como si el mundo se hubiese hecho tan grande, tan espeso, que apenas queda en él algún resquicio de luz para poder orientarse. Cabría apuntar, ahora, que ese espíritu ciertamente romántico no encajaría el ideal de tiempos pretéritos (aunque sí es cierto que Vicente coincidirá con el Romanticismo en otros muchas particularidades), que es precisamente de lo que trata de escapar nuestro autor dando muestras de una clara voluntad de ruptura con su anterior etapa, situando la consciencia en la construcción de un futuro en el que se utilizarán nuevos materiales. 

Esto sienta las bases sobre las que se alimentará otro nuevo nivel: el Purgatorio. En él encontramos una serie de poemas encadenados que llevan a una búsqueda interior: sé que existo/ y estoy vivo/ pero ignoro la razón. Es el precio que se ha de pagar. Una de las características principales de esta parte del poemario es el extrañamiento del poeta ante el universo confuso que el rodea. Junto a este deseo de exploración existe la firme convicción de que para llegar a la esperanza hay que abrir/ cientos de puertas/ para cerrar/ definitivamente alguna. Una vez hecho esto, tan solo quedará sacar la cabeza del líquido amniótico y comenzar a respirar, ladrillo a ladrillo. La obsesión por edificar un hogar parece ahora tomar consistencia. 

De este modo llegamos al tercer nivel: el Cielo. La primavera llega al corazón y comienza un periodo de deshielo: Y entonces/ la vi (...)/ e inmediatamente/ se esfumó mi tristeza. El poeta se siente capacitado para introducir todo lo necesario para transformar las paredes de ladrillo en un auténtico y confortable hogar: dos cepillos/de dientes/en el cuarto/de baño/el amor/ florece. Pero es anecdótico cómo establece comparativas con el pasado y, sin perder la referencia, bosqueja un nuevo jardín, menos exuberante, pero que riega, junto a su amada, todos los días..., Y está/ dando frutos. Y para finalizar el trayecto, con la casa construida y el amor que hay dentro logran aportar el equilibrio necesario para poder crear: regreso a la tierra/ un lugar tranquilo/ para respirar/donde escribir/soñar amar

Para finalizar, habría que preguntarse el porqué de este poemario. Y la verdad es que ahora es cuando sería oportuno preguntarse cuántos autores han descendido a los infiernos y han recreado su experiencia para nosotros en millones de páginas repletas de literatura. ¿Cuántos autores, cuantos libros, cuántas llamas han jugado al póker con la misma baraja de cartas y luego se han quemado en la misma hoguera? Pero, a fin de cuentas, nada de esto importa, porque lo que de verdad importa es ese momento fugaz en el que te asomas a las páginas de un libro y sientes la presencia de ese destello de luz del que creo haber hablado sobre todas estas líneas. Creo que puede merecer la pena que dure siempre/ la magia/ que nada rompa/ este hechizo.


Ángel González González, En sentido figurado.



No hay comentarios:

Publicar un comentario